QAMASA Digital.- El trabajo de autores y dibujantes desde inicios del siglo XX hasta años recientes están plasmados en ‘Historia de la Historieta Boliviana 1990-2023’, un trabajo de casi 300 páginas del investigador y docente en Historia del Arte Reynaldo González, que finalmente vio la luz el 6 de febrero en el Centro de la Cultura de España en La Paz (CCELP).
El mismo surgió por iniciativa de la Asociación Boliviana de Creadores de Historietas (ABCH), con apoyo del CCELP, de situar el presente y futuro de la historieta boliviana y los desafíos que enfrenta ante la transformación digital de los nuevos lenguajes narrativos.
En diálogo con OPINIÓN, González habla sobre el viaje que le significó desarrollar este trabajo sobre la historia de Bolivia desde el género literario-artístico.
P.- Haciendo esta investigación, ¿pudiste determinar la primera y más reciente historieta de Bolivia?
R.- Creo que los datos sobre la primera historieta boliviana siempre van a ser provisorios por la cantidad de publicaciones en la que está pudo haber aparecido. Los ejemplos más antiguos registrados por mi investigación son algunas ilustraciones independientes de sátira política de principios del siglo XX como ‘Don Quijote’, ‘El maestro Ciruela, hijo’ y ‘El Quisquillas’.
Sobre la producción reciente puedo decir que es abundante y cada año aparecen nuevos autores jóvenes como Andrés Montaño, Diana Cabrera, Armin Castellón, Jorge Ticona, Edson Huayta, Jorge Catacora, Aymara Peralta y de Sebastián Antezana, un artista joven que estuvo publicando con éxito sus obras en manga en importantes plataformas web de Asia y Europa.
P.- ¿Puedes recomendar algunas de tus historietas favoritas de este trabajo?
R.- Hay varias que presentan una calidad extraordinaria en dibujo y guión que podría recomendar. Entre ellas están las más de 100 historietas para niños que se publicaron entre 1983 y 2000 de la revista ‘Chaski’ de Cochabamba, especialmente las series ‘Los Rebeldes’ de Jesús Pérez y Rosalba Guzmán, ‘500 años’ de Manuel Vargas y Juan Carlos Parra. De tiempos recientes me gusta el trabajo de Marco Tóxico en fanzines independientes y el de las artistas Diana Cabrera y Diana Val.
P.- ¿A qué conclusiones llegaste al final de esta investigación?
R.- Creo que, en general, la historieta boliviana del siglo XX se destaca por una muy notoria preocupación por tratar temas históricos y sociales, hay muy poca fantasía y ciencia ficción, casi todo está ambientado en nuestro contexto y coyuntura. A principios es una especie de cómic de autor muy influenciado por el underground norteamericano y franco-belga, pero a finales se nota una mayor influencia del
cómic norteamericano de superhéroes y del manga japonés. En El Alto también se registró una tendencia por crear obras de referente identitario como con ‘Súper cholita’ y ‘La Case’.
Lo que no cambió es el caso de la autopublicación, en Bolivia todavía no se establece una industria editorial sólida, por lo que los autores deben financiar su propio trabajo.
P.- ¿Cuál es el legado que esperas que este producto represente para el país?
R.- Espero que este trabajo documente los aportes de decenas de artistas en el campo de la historieta nacional, desmintiendo la idea muy difundida en prensa de que la historieta boliviana comenzó recién a finales del siglo XX. Creo que es muy importante que se reconozca que existe una larga tradición local en esta disciplina y que se valoren los aportes de tantos artistas y dibujantes que fueron olvidados. También espero que esta visión histórica contribuya a la creación de una tradición sobre la cual puedan producirse más y mejores obras en este medio(Opinión Bolivia).