QAMASA Digital. – Silvia Tarradeles Vaca Díez ha dedicado su vida a transformar hilos y arcilla en verdaderas obras de arte.
A sus 60 años, esta talentosa artista cruceña, madre de cuatro hijos, Nicole, Nicolás, Eduardo y Sebastián, ha convertido su pasión por el macramé, el crochet y la cerámica en una fuente de inspiración para muchos.
Heredó el amor por las manualidades de su madre ‘Nena’ Vaca Diez de Tarradelles (+), y dice que, en su tienda, El Toldito Azul, es más que un espacio de venta; es un refugio donde la creatividad fluye y las manos trabajan con amor.
A través de diversas ferias de emprendedoras ha compartido sus trabajos a un gran público, pero uno de sus momentos más significativos fue cuando el Rotary la invitó a impartir un curso en el penal de Palmasola.
Anota que la experiencia fue un torbellino de emociones: alegría y tristeza porque muchas veces, no tienen los materiales necesarios para seguir aprendiendo. Aun así, la calidez con la que la recibieron y el entusiasmo por descubrir el mundo del arte tejido le dejaron una huella imborrable.
¿Cómo cree que el arte puede transformar vidas?
Muchas veces el desarrollar ciertas actividades manuales se convierte en una poderosa terapia ocupacional.
Este tipo de actividad a la vez de distraer la mente alegra mucho al momento de ver un producto ya terminado hecho con las manos, con el cual hasta se puede generar algún tipo de ingresos.
¿Qué enseñanzas en el arte heredó de su mamá?
Crecer en un entorno viendo las habilidades de mi mamá ‘Nena’ Vaca Diez de Tarradelles (+), tanto manuales como gastronómicas, influye mucho para que uno sienta el deseo de seguir sus pasos. Aunque ella lograba realizar maravillosamente lo que se proponía, lamentablemente solo heredé una mínima parte de su talento.
¿Hay historias de mujeres que le han marcado?
En mi taller hemos recibido personas dedicadas a diferentes actividades, que llegan por interés de distraerse un poco y terminan enamoradas del macramé, y el 25 de mayo asistimos a la Feria de Emprendedoras, fue muy novedoso.
Sin embargo, hace 6 años participamos de una Feria Navideña que organiza mi hija Nicole, en Hamacas, la cual inició con familiares y amigas dedicadas a alguna labor manual y cada año se han ido sumando diferentes artesanas, llegando a más de 25. El aprendizaje que nos deja cada año, es qué hay mucho potencial y creatividad, son nuestras mujeres con muchas historias que contar y productos a ofrecer.
¿Cómo explica la experiencia de enseñar arte en Palmasola?
Ir al penal sin duda fue una gran experiencia, aunque con muchas emociones encontradas. Feliz por llevar un poco de nuestra terapia ocupacional a tantas mujeres y madres que están privadas de su libertad, ver la alegría con que nos recibieron y el interés por aprender y distraer su mente.
Lamentablemente muchas veces no disponen de materiales para poner en práctica lo que esporádicamente llegamos a enseñarles.
¿Recuerda alguna historia que le haya conmovido de manera especial?
Conmueve mucho las personas que llegan sin interés de aprender. Sólo quieren utilizar el macramé como una terapia recomendada, pero, poco a poco van creando y descubriendo y disfrutando los diferentes tipos de tejidos.
Y al final, son muchas las personas que siguen los cursos de macramé y crochet, un arte hermoso que sana, como una práctica terapéutica ahora muy recomendada por los psicólogos. Se les olvida un poquito hasta el estrés y en muchos casos la depresión.
¿Qué mensaje les da a las mujeres que dudan en dar el paso hacia el emprendimiento creativo?
Está demostrado en muchos aspectos que las mujeres podemos realizar lo que nos propongamos, es solo una cuestión de animarse y dejar atrás el miedo que no deja avanzar.
¿Qué se viene con Toldito Azul, hay nuevos proyectos?
Me encantaría que El Toldito Azul, que funciona como un emprendimiento que promueve la capacitación en el arte del tejido, sea un canal de comercialización para tantas personas con manos maravillosas que no tienen oportunidad de dar a conocer sus creaciones para la decoración del hogar(El Deber).
